No todo pasa en la intimidad del estudio. Me encanta dibujar en público, y a la gente le encanta ver dibujar. Y lo he hecho en teatros, museos, galerías: de quitarle un poco de solemnidad al acto de crear, recordando que su esencia es compartir.

A veces lo he hecho en un teatro mientras explicaba un cuento, para niños o para adultos, otras, como en el Big Draw del MNAC de Barcelona, dibujando a la vista del público que pasó durante las diez horas que tardé en hacer Envelat, un dibujo de 740 m2.

Otra vez, por el contrario, quemé en público, en 5 min, parte de los dibujos que había hecho durante un mes. Estremecedor, y alegre: lo importante de un dibujo es el hacerlo, compartirlo, y si luego lo ves arder (que es precioso) queda un recuerdo más vivo que si estuviera enmarcado en un museo